En esta serie de capítulos, vamos a contar la historia de una emprendedora real, desde el inicio hasta el cierre del negocio, en primera persona, explicando cada paso que se dio, lo que se hizo bien (que no fue mucho) y lo que se hizo mal.
Esta serie de post, tienen por objetivo ser una guía útil para futuros emprendedores, que se sentirán identificados en muchos casos, y evitar que se cometan los mismos errores.
Cada semana, se irá publicando un nuevo capítulo, así que estad atentos.
Introducción:
Andaba el año 2008 y todo iba bien, o eso creía yo. Ya hacía años que había terminado de estudiar, tenía un puesto de trabajo “estable” y todo estaba ordenado en mi vida.
Un día,( 15 de diciembre para ser exactos, con el síndrome prenavideño en todo su esplendor) te llama tu jefe al despacho, 5 minutos antes de terminar la jornada del viernes, y te das cuenta de que esos rumores que corrían sobre que la empresa no iba bien eran ciertos y te dicen: “Lo siento mucho, la empresa está pasando por malos momentos, eres la última que ha entrado, así que….”
Así que… firmas el finiquito en el momento y te lo llevas junto con tu cheque cogido con un clip, no se te vaya a escapar que no sabes cuánto tiempo vas a tener que tirar de él.
La primera sensación al salir a la calle es de desconcierto, los compañeros vienen a ti como si te hubieran diagnosticado una enfermedad terminal, con cara de circunstancias unos, con pena fingida otros (porque no nos vamos a engañar, han salvado el culo, al menos de momento). Pero te vas con la cabeza alta, porque oye, no pasa nada, es solo un trabajo, hay más. Ingenua de mi…
Y te vas para casa, llueve, encima eso, y solo llevas el finiquito con lo que no es recomendable taparte, lo proteges con tu vida de la lluvia y al bus.
En ese mismo instante comienzan las notificaciones a familiares y amigos, los que te quieren, para que sepan lo que ha pasado, por información más que nada, todavía no estás preocupada. Pero ahí entra la figura del “doy-malas-noticias-porque-parece-que-me-gusta-amargar-a-la-gente” y te dice que si no te has enterado de que hay crisis, que verás lo que te cuesta encontrar trabajo y que ya te puedes preparar para la que te viene encima.
Pero no pasa nada, te acuestas, mañana vas a ingresar tu cheque y ya empiezas a pensar que haces con tu vida.
Ufff, no puedes dormir, mal presagio….Comienza la aventura.
Alicia Carrillo.
Esta serie de post, tienen por objetivo ser una guía útil para futuros emprendedores, que se sentirán identificados en muchos casos, y evitar que se cometan los mismos errores.
Cada semana, se irá publicando un nuevo capítulo, así que estad atentos.
Introducción:
Andaba el año 2008 y todo iba bien, o eso creía yo. Ya hacía años que había terminado de estudiar, tenía un puesto de trabajo “estable” y todo estaba ordenado en mi vida.
Un día,( 15 de diciembre para ser exactos, con el síndrome prenavideño en todo su esplendor) te llama tu jefe al despacho, 5 minutos antes de terminar la jornada del viernes, y te das cuenta de que esos rumores que corrían sobre que la empresa no iba bien eran ciertos y te dicen: “Lo siento mucho, la empresa está pasando por malos momentos, eres la última que ha entrado, así que….”
Así que… firmas el finiquito en el momento y te lo llevas junto con tu cheque cogido con un clip, no se te vaya a escapar que no sabes cuánto tiempo vas a tener que tirar de él.
La primera sensación al salir a la calle es de desconcierto, los compañeros vienen a ti como si te hubieran diagnosticado una enfermedad terminal, con cara de circunstancias unos, con pena fingida otros (porque no nos vamos a engañar, han salvado el culo, al menos de momento). Pero te vas con la cabeza alta, porque oye, no pasa nada, es solo un trabajo, hay más. Ingenua de mi…
Y te vas para casa, llueve, encima eso, y solo llevas el finiquito con lo que no es recomendable taparte, lo proteges con tu vida de la lluvia y al bus.
En ese mismo instante comienzan las notificaciones a familiares y amigos, los que te quieren, para que sepan lo que ha pasado, por información más que nada, todavía no estás preocupada. Pero ahí entra la figura del “doy-malas-noticias-porque-parece-que-me-gusta-amargar-a-la-gente” y te dice que si no te has enterado de que hay crisis, que verás lo que te cuesta encontrar trabajo y que ya te puedes preparar para la que te viene encima.
Pero no pasa nada, te acuestas, mañana vas a ingresar tu cheque y ya empiezas a pensar que haces con tu vida.
Ufff, no puedes dormir, mal presagio….Comienza la aventura.
Alicia Carrillo.