Cuando hemos comenzado una actividad económica, vulgarmente un negocio, no nos comentaron que hay una parte fundamental en ello, no mezclar lo que tengo yo como persona y lo que tiene mi negocio, que soy yo también pero como herramienta que me produce mi bienestar económico, mi libertad económica como lo llaman en otros sitios.
Esta dualidad, esta visión doble de las cosas, posible esquizofrenia, no es fácil de adquirir porque todo se confunde. Desde el principio nos hacen ver que nosotros somos el negocio y ahí comienza el primer paso a la confusión y al falso apego.
Confundimos la cuenta corriente del negocio con nuestra propia cuenta privada, vamos a llamarla así.
Confundimos los gastos de nuestro coche con su uso para el negocio y este lo termina pagando.
Confundimos nuestro “patrimonio”, vivienda, vehículo, ordenadores, mujer, hijos, familia, en función del negocio.
Todo esto lo hacemos sin darnos cuenta pero debemos separarlo desde el primer momento.
Nunca es tarde y podemos hacerlo, un sencillo ejercicio nos ayudará a ver la importancia de la separación, comenzar tan sólo por separar nuestra cuenta privada de la cuenta del negocio, para muchos es complicado diferenciar pero es necesario a la hora de llegar a saber realmente que estamos haciendo. Hacer esto nos ayudará a poder tomar decisiones. Mas tarde es de agradecer ver el negocio desde otra perspectiva ya no tan personalista, aunque ahora parezca imposible.
Al separarnos, desprendernos, evitamos la confusión de la mezcla de los gastos personales soportados por la caja del negocio que termina siendo un fondo para gastos de cualquier índole no presupuestados ni en el plan de negocios ni previstos por nuestro plan estratégico.
Insisto un primer ejercicio simple, con un par de órdenes, esto sirve para quien acaba de comenzar o quien quiere reestructurar su negocio.
JJ. Villena
Esta dualidad, esta visión doble de las cosas, posible esquizofrenia, no es fácil de adquirir porque todo se confunde. Desde el principio nos hacen ver que nosotros somos el negocio y ahí comienza el primer paso a la confusión y al falso apego.
Confundimos la cuenta corriente del negocio con nuestra propia cuenta privada, vamos a llamarla así.
Confundimos los gastos de nuestro coche con su uso para el negocio y este lo termina pagando.
Confundimos nuestro “patrimonio”, vivienda, vehículo, ordenadores, mujer, hijos, familia, en función del negocio.
Todo esto lo hacemos sin darnos cuenta pero debemos separarlo desde el primer momento.
Nunca es tarde y podemos hacerlo, un sencillo ejercicio nos ayudará a ver la importancia de la separación, comenzar tan sólo por separar nuestra cuenta privada de la cuenta del negocio, para muchos es complicado diferenciar pero es necesario a la hora de llegar a saber realmente que estamos haciendo. Hacer esto nos ayudará a poder tomar decisiones. Mas tarde es de agradecer ver el negocio desde otra perspectiva ya no tan personalista, aunque ahora parezca imposible.
Al separarnos, desprendernos, evitamos la confusión de la mezcla de los gastos personales soportados por la caja del negocio que termina siendo un fondo para gastos de cualquier índole no presupuestados ni en el plan de negocios ni previstos por nuestro plan estratégico.
Insisto un primer ejercicio simple, con un par de órdenes, esto sirve para quien acaba de comenzar o quien quiere reestructurar su negocio.
JJ. Villena